lunes, 7 de abril de 2014

No habrá paz para los malvados

No paran. Difaman, calumnian, mienten, intoxican, chantajean, actúan de espaldas a la organización, simulan agravios, improvisan cartas, se apuntan a la estrategia del calamar, se venden, se alquilan, y estarían dispuestos a perder el alma por un puesto. ¿En dónde? En donde sea. Se van o vienen en función de las circunstancias. Son la versión más depurada del oportunismo. Siempre los encontraremos allí donde se decide un lugar en las listas. Jamás sacrificarán su espíritu corporativo por el bien de la organización. Su influencia es directamente proporcional a su capacidad para vivir como un grupo, como una secta. Huirán como de la peste, si se trata de construir mayorías amplias y dirección unitarias. En ese tipo de escenarios, pierde la parte y gana el todo. Algo que les resulta incómodo.

IUCM trabaja en las últimas semanas por un acuerdo de amplia mayoría que dé estabilidad a la organización e impulse la iniciativa política. El diálogo unitario parte de un compromiso firme: no repetir errores recientes, evitar convergencias organizativas que no se sustenten en un discurso político compartido. Un discurso político, abierto y plural, pero empeñado en reforzar IU, en ensanchar el territorio del proyecto transformador de IU, en ganar presencia social, en dotarnos de códigos unitarios capaces de anteponer la propuesta de la organización, al interés de unos cuantos. La experiencia nos dice que un sector de la organización, aparentemente encaramado a la madre de todos los pactos, llegado el momento es capaz de vender su alma al diablo con tal de blindar su status. Si para defender a un amigo o a una amiga, tienen que traicionar a la mayoría, lo harán. Así es su idea de la democracia.

No sabemos si esta patología tiene cura. Constatamos hasta dónde están dispuestos a llegar los malvados. Y eso es algo que no se merece IU. Es mejor conocer las dificultades y actuar en consecuencia, que dibujar mundos fantásticos de paz y concordia, solo útiles a la felonía. IUCM ha vivido en estos últimos meses, acuerdos de dirección instrumentados por una minoría como si de algo natural se tratara. Incluso cuando, harta de tanta impunidad y deslealtad, la mayoría dice basta, y pide respeto a los acuerdos, la minoría improvisa declaraciones de agravio y denuncia su marginación. Es el colmo del cinismo.

Por eso, queremos poner fin a esta situación. Y hemos de hacerlo con determinación y sentido de la responsabilidad. Habrá problemas, sí, pero todo pacto entre distintos exige comprensión y flexibilidad. Reforzar y ampliar la mayoría no será fácil en una organización entrenada en la tensión y la bronca. Tenemos que proponernos firmemente avanzar hacia un nuevo marco de convivencia interna. Y para lograrlo, la política, la capacidad de IUCM para ofrecer soluciones a los problemas de la gente, es el mejor aliado. Surgirán nuevas tensiones, irrumpirán los maestros de la infamia, pero si somos capaces de actuar en la calle y en las instituciones con nuestras iniciativas y propuestas, los ahora convertidos al budismo de la lamentación, no serán sino simples moscas cojoneras.



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